lunes, 8 de diciembre de 2008

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Nos instan a la absurda y cotidiana

tarea de reprimir nuestros sentidos

para no estar oliendo los gemidos

que está exudando, amor, nuestra sotana.

 

Nos enseñan a ver, cuerpo, mundana

la silueta que excita y los latidos

que van acompañándome, impelidos

por un calor cercano. De mañana

 

la erección me recuerda una cintura,

la espalda arqueada en un violín que asoma

sus curvas y colinas y figura,

 

los brazos de paloma descansada,

tu culo amada,  de turgente loma,

recuerdo la moral ya destronada. 

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