Todos los días así. Tendido huerto
que cosecha la voz de su libido
y se encuentra de frente, inadvertido,
con el otro que soy, que es un puberto.
Me mido el pulso, me declaro muerto
bebido ya el cianuro. Me he vestido,
me bañé, me quité lo pervertido,
aprendí a dar rodeos sin ser directo,
el buenas tardes, el denadagracias,
para ser el decente que ha mirado
las piernas esperando en un descuido
poder entrar, situar tras las reacias
telas, un soplo de mis ojos,
poder hacer a un lado los abrojos…
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