Qué difícil es ser tan educado:
“Me permite tocarle los pezones”,
“Podría mirarle un poco los calzones”,
“Me dejaría lamerle el recatado
clítoris que asoma su rosado
pulsar entre las piernas”. “Dones
le ha dado a usted natura, las pasiones
me vuelcan a tocarla”. Pero dado
que nunca ha resultado ser directo
catorce bofetadas me merezco,
por bajo, barbaján, vulgar y fresco.
De regreso al mirar entumecido,
a la erección ocultada del abyecto,
el torpe manosear del desdecido...
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